La caída del Muro de Berlín

Entre 1914 y 1918 se desarrolla la Gran Guerra, la I Guerra Mundial. Tras ella se producen importantes cambios en el mundo. Estados Unidos se convierte en primera potencia mundial. La Unión Soviética aparece como potencia emergente. Tras los felices años veinte llega la gran depresión producida por el llamado crack de 1929. Y durante los años treinta se produce el ascenso de los regímenes totalitarios: el nazismo de Hitler y el fascismo de Mussolini. Entre 1939 y 1945 se desarrolla la II Guerra Mundial que deja más de cincuenta millones de muertos y un mundo dividido en dos bloques: uno en torno a los Estados Unidos -el llamado bloque occidental o capitalista- y otro en torno a la Unión Soviética -el llamado bloque del este o comunista-. Comienza la Guerra Fría y la ciudad de Berlín queda dividida en dos por el Muro de Berlín. Los años cincuenta, sesenta y setenta asisten al recrudecimiento de la Guerra Fría y a la carrera armamentista. A partir de los años ochenta la crisis de la Unión Soviética y del bloque del este conduce a importantes cambios.

Y un día como hoy, el 9 de noviembre de 1989, los ciudadanos de Berlín este y oeste se dirigen al Muro y lo atraviesan. Literalmente lo asaltan, lo destruyen, terminan física y mentalmente con él. Berlín vuelve a ser una ciudad unida. Sus ciudadanos se mezclan y los Trabant orientales circulan entre los Mercedes y BMW occidentales. La alegría se desborda. Y las celebraciones se prolongan durante toda la noche. No es el fin de los problemas, no es la llegada de la auténtica libertad. Pero al menos es el fin de otro muro de la vergüenza, el Muro de Berlín.