domingo, 24 de noviembre de 2013

La Guerra carlista

La Guerra Carlista enfrenta entre octubre de 1833 y julio de 1840 a los partidarios de Isabel II –isabelinos o cristinos- y de Carlos V –carlistas-. Ello se debe a que Fernando VII muere sin descendencia masculina y su hija Isabel es declarada heredera al trono tras la promulgación de la Pragmática Sanción -que deroga la Ley Sálica que prohíbe reinar a las mujeres-. Sin embargo, el hermano de Fernando VII, Carlos M. Isidro, no acepta la Pragmática Sanción y se autoproclama rey el 3 de octubre de 1833 –Fernando VII había muerto el 29 de septiembre- Comienza así la Guerra carlista.

Pero aparte de la cuestión dinástica, lo que se dirime en esta guerra es el modelo de nación. Los partidarios de Carlos V persiguen el mantenimiento del absolutismo monárquico y el Antiguo Régimen. Sin embargo, la regente María Cristina de Borbón tiene que apoyarse en los liberales para conseguir mantener en el trono a su hija Isabel, futura Isabel II. Es por tanto una lucha entre los partidarios del Antiguo Régimen y los partidarios de un Estado liberal.

Posteriormente se producirán otras dos guerras carlistas pero son de mucha menor importancia y trascendencia.





miércoles, 13 de noviembre de 2013

60 años del primer Seat

       

Hoy se cumplen 60 años de la fabricación del primer Seat de la historia, el SEAT 1400.

Efectivamente, el 13 de noviembre de 1953 sale de la cadena de montaje de la Zona Franca de Barcelona el por entonces elegante y lujoso SEAT 1400.

Su precio eran nada menos que 121.875 pesetas de la época que equivaldrían a unos 42.000 euros actuales.

Su producción cesa en 1964 después de haber vendido más de 98.000 unidades.

Otros modelos míticos de Seat que sin duda ayudaron a motorizar España son el SEAT 600, el SEAT 124 o más recientemente el Seat Ibiza.

martes, 5 de noviembre de 2013

50º Aniversario de la muerte de Luis Cernuda


Si el hombre pudiera decir lo que ama, 
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo 
como una nube en la luz; 
si como muros que se derrumban, 
para saludar la verdad erguida en medio, 
pudiera derrumbar su cuerpo, 
dejando sólo la verdad de su amor, 
la verdad de sí mismo, 
que no se llama gloria, fortuna o ambición, 
sino amor o deseo, 
yo sería aquel que imaginaba; 
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos 
proclama ante los hombres la verdad ignorada, 
la verdad de su amor verdadero. 

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien 
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; 
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina 
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, 
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu 
como leños perdidos que el mar anega o levanta 
libremente, con la libertad del amor, 
la única libertad que me exalta, 
la única libertad por que muero. 

Tú justificas mi existencia: 
si no te conozco, no he vivido; 
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

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