jueves, 29 de marzo de 2012

El plano urbano

Una ciudad es un conjunto espacial más o menos extenso con una alta densidad de población en el cual la mayoría de sus habitantes se dedica a actividades relacionadas con los sectores secundario y terciario. En España se considera ciudad a todo núcleo urbano que supere los 10.000 habitantes.

El plano urbano es la disposición de las zonas edificadas y libres sobre el espacio de la ciudad. De forma general, podemos distinguir tres tipos fundamentales de plano:
  • Plano irregular o desordenado: se caracteriza porque no tiene una forma determinada. La ciudad se compone de un complejo entramado de calles estrechas y cortas de trazado irregular y callejones sin salida.
    Este tipo de plano responde tanto a razones de orden físico –adaptación a una topografía irregular- como a la falta de planificación urbanística –crecimiento espontáneo y autoconstrucción- o a la zonificación de la ciudad –barrio judío, musulmán o cristiano-.
    Tiene su máximo desarrollo durante la época medieval.
    Entre sus principales ventajas cabe destacar que favorece las relaciones vecinales y mantiene las señas de identidad cultural, arquitectónicas e históricas de la ciudad.
    Su principal inconveniente reside en la dificultad de las comunicaciones y de la circulación rodada.
  • Plano radiocéntrico: se caracteriza por la existencia de un punto central del que parte toda una serie de calles y vías en sentido radial, cortadas por otras en forma concéntrica.
    Las ventajas que ofrece son que facilita la relación centro-periferia a través de los ejes radiales y que se adapta fácilmente a la topografía del lugar.
    Los inconvenientes que presenta son que la mala comunicación entre las distintas zonas obliga a atravesar el centro, que puede llegar a congestionarse, y que la irregularidad de las parcelas de terreno origina espacios de difícil utilización.
  • Plano ortogonal, en cuadrícula, en damero o hipodámico: se caracteriza porque las calles se cortan perpendicularmente formando ángulos rectos.
    Este tipo de plano surge sobre todo en las ciudades griegas y romanas, si bien se conocen ejemplos en Mesopotamia y Egipto, y es aplicado por los españoles a las nuevas ciudades coloniales en América. Desde el siglo XX ha sido el más utilizado en los ensanches cuando se derriban las murallas para permitir la expansión de la ciudad.
    Las ventajas que presenta son que es muy sencillo y puede ampliarse, repitiéndose indefinidamente, que facilita la división administrativa de la ciudad y que permite la construcción de bloques de edificios regulares que dan lugar a las denominadas manzanas o cuadras.
    Los inconvenientes que presenta son que no se adapta a cualquier topografía, que debido a su uniformidad no facilita la orientación de los transeúntes y que la circulación por las calles perpendiculares es difícil, ya que las intersecciones en ángulo recto impiden la fluidez circulatoria y la buena visibilidad en los cruces.
    Para solucionar estos problemas se trazan vías de circulación rápida denominadas diagonales, porque atraviesan de esta forma el plano de la ciudad, o se crean glorietas en los cruces principales.

En España podemos encontrar ejemplos de todos estos tipos de plano aunque la mayoría presentan una combinación de ellos dando lugar al llamado plano mixto. Sólo hay que pensar en ciudades como Córdoba, Granada, Sevilla, Toledo, Barcelona o Madrid.

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