
Es fácil imaginarse la dura vida de los hombres del Paleolítico Superior: dependientes de los caprichos de la naturaleza, sorprendidos ante el rayo, cazando, pescando, recolectando frutos silvestres. Y también disfrutando del fuego a la luz de las estrellas. Y probablemente siendo los primeros en disfrutar de la música. De esa música que en sus miles de manifestaciones nos ha acompañado hasta hoy y siempre nos acompañará mientras seamos humanos.
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